Martha Urquijo Laguna
Antología de poesía
Los mejores poemas de amor
En esta antología de poesía, una recopilación de poemas de amor los más destacados, memorables de autores de la literatura universal.
Perfume
exótico
Cuando entorno los
ojos bajo el sol otoñal
Y respiro el aroma de tu cálido seno,
Ante mí se perfilan felices litorales
Que deslumbran los fuegos de un implacable sol.
Y respiro el aroma de tu cálido seno,
Ante mí se perfilan felices litorales
Que deslumbran los fuegos de un implacable sol.
Produce árboles únicos y frutos sabrosísimos,
Hombres que ostentan cuerpos ágiles y delgados
Y mujeres con ojos donde pinta el asombro.
Que circula y mi nariz dilata,
En mi alma se mezcla al canto marinero.
Charles
Baudelaire
Paisaje
tropical
Magia adormecedora
vierte el río
En la calma monótona
del viaje
Cuando borra los
lejos del paisaje
La sombra que se
extiende en el vacío.
Ocultas en sus
negruras el bohío
La maraña tupida, y
el follaje
Semeja los calados de
un encaje
Al caer del
crespúsculo sombrío.
Venus se enciende en
el espacio puro.
La corriente dormida
una piragua
Rompe en su viaje
rápido y seguro,
y con sus nubes el
poniente fragua
otro cielo rosado y
verde oscuro
En los espejos
húmedos del agua.
José Asunción Silva
Un
Patio
Con la tarde
Se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro circulo,
no domina su espacio.
Se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro circulo,
no domina su espacio.
Patio, cielo
encauzado.
El patio es el declive
Por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
El patio es el declive
Por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
La eternidad espera
en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
De un zaguán, de una parra y de un aljibe.
Grato es vivir en la amistad oscura
De un zaguán, de una parra y de un aljibe.
Jorge Luis Borges
Botella
al mar
con el secreto
designio de que algún día
llegue a una playa
casi desierta
y un niño la
encuentre y la destape
y en lugar de versos
extraiga piedritas
Y socorros y alertas
y caracoles.
Mario Benedetti
Dos
cuerpos
Dos cuerpos frente a
frente
son a veces dos olas
Y la noche
es océano.
Dos cuerpos frente a
frente
Son a veces dos
piedras
Y la noche desierto.
Son a veces raíces
En la noche
enlazadas.
son a veces navajas
Y la noche relámpago.
Son dos astros que
caen
En un cielo vacío.
Octavio Paz
Espejo
Mi
sombra
Muerta
me
nombra
para
que vuelva.
Asomado
al espejo
Nombro
a mi sombra
se
asombra mi sombra
de
no ser mi eco.
Cuando
se vio en el espejo
tan
distinta era de mí
que
no me reconocí
y no
sé si estoy muerto.
Cuando
la vi en el espejo
tan parecida era a mí
que no la reconocí
tan parecida era a mí
que no la reconocí
Luis
Cardoza y Aragón
A la Noche
Esos rasgos de luz,
esas centellas
Que cobran con amagos
superiores
Alimentos del sol en
resplandores
Aquello viven que se
duele de ellas.
Flores nocturnas son:
aunque tan bellas,
Efímeras padecen sus
ardores,
pues si un día es el
siglo de las flores,
una noche es la edad
de las estrellas.
De esa, pues,
primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya
nuestro bien se infiere;
registro es nuestro,
o muera el sol o viva.
¿Qué duración habrá
que le hombre espera,
O que mudanza habrá
que no reciba
de astro que cada
noche nace y muere?
Pedro Calderón De La Barca
Amor
Mujer,
yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la
leche de los senos como de un manantial,
por
mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en
la risa de oro y voz de cristal.
Por
sentirte en mis venas como Dios en los ríos
Y
adorarte en los tristes huesos de polvo
y cal,
Porque
tu ser pasara sin pena al lado mío
Y
saliera en la estrofa – limpio de todo mal-.
amarte,
amarte, como nadie supo jamás.
y todavía
amarte más
y mas.
Deseos
Trópico,
para qué me diste
las
manos llenas de color.
Todo
lo que yo toque
se
llenará de sol.
En
las tardes sutiles de otras tierras
pasaré
con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame
un solo instante
dejar
de ser grito y color.
Déjame
un solo instante
cambiar
de clima el corazón,
beber
la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme
en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme
en el manto de pliegues finos,
dispersarme
en la orilla de una suave devoción,
acariciar
dulcemente las cabelleras lacias
y
escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh,
dejar de ser un solo instante
el
Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico,
para qué me diste
las
manos llenas de color!
Carlos
Pellicer
Qué
risueño contacto
Qué
risueño contacto el de tus ojos,
ligeros
como palomas asustadas a la orilla del agua!
¡Qué
rápido contacto el de tus ojos
con
mi mirada!
¿Quién
eres tú? ¡Qué importa!
A
pesar de ti misma,
hay
en tus ojos una breve palabra
Enigmática.
mirándome
de lado, escondida, asustada.
Así
puedo pensar que huyes de algo,
de
mí o de ti, de nada,
de
esas tentaciones que dicen que persiguen a la mujer casada.
Jaime
Sabines

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